“La verdad debe salir a la luz para que la historia no se repita”1
Luz Leticia Hernández Agustín fue capturada y desaparecida por fuerzas de seguridad del Estado el 22 de noviembre de 1982, a los 25 años de edad. Se teme que fue víctima de torturas y ejecución extrajudicial por colaborar en el secuestro de Jorge Mario Ríos Muñoz, sobrino del Jefe del Estado de facto en aquel momento, Efraín Ríos Montt. El objetivo era canjear a Ríos Muñoz por una compañera que había sido desaparecida el mes anterior. La familia de Luz Leticia no ha cesado de buscarla desde entonces, recorriendo un largo y arduo camino en pro de la justicia. En enero de 2023, tras más de 40 años de lucha incansable, se abrió un proceso judicial sobre este caso. Uno de los principales responsables, el excomandante del Batallón de Operaciones y Reacciones Especiales (BROE), Juan Francisco Cifuentes Cano, que fue detenido el 21 de mayo de 2021 por el caso Diario Militar, ha sido ligado a proceso por desaparición forzada y crímenes contra los deberes de la humanidad.
Contexto
Los hechos ocurrieron durante los años más cruentos del Conflicto Armado Interno (CAI) que asoló Guatemala entre 1960 y 1996. El CAI comenzó a gestarse a raíz del golpe de estado perpetrado contra el gobierno democrático de Jacobo Arbenz, que dio por finalizada la década conocida como Primavera Democrática (1944-1954), retornando a regímenes dictatoriales. Frente a este cierre de espacios, comenzaron a desarrollarse, a lo largo de todo el país, numerosos movimientos populares e insurgentes que buscaban revertir la condiciones políticas y sociales de opresión y pobreza en las que se veía inmerso el país.
La etapa más sangrienta del CAI estuvo marcada por numerosos crímenes de lesa humanidad cometidos por varios gobiernos militares. Tal como lo señaló la Comisión de Esclarecimiento Histórico (CEH), el gobierno de Efraín Ríos Montt (1982-1983), que se enmarca en esta etapa, “dio continuidad y expandió la política de tierra arrasada diseñada e implementada por su antecesor Romeo Lucas García (1978-1982). Establecidas presuntamente para destruir los movimientos insurgentes, tales políticas represivas, sin embargo, fueron usadas sistemáticamente para destruir los movimientos sociales que incidían por un cambio y que desafiaban las dictaduras militares (…). Los escasos 17 meses en que Ríos Montt presidió Guatemala fueron los más brutales del conflicto. Organizaciones de derechos humanos estiman que 10.000 personas fueron asesinadas en los primeros tres meses de su gobierno. Durante los primeros ocho meses de su mandato, se registraron 10 masacres cada mes. Más de 400 comunidades indígenas fueron destruidas. Sobrevivientes y familiares de estos crímenes, así como organizaciones de Derechos Humanos (DDHH), llevan décadas de lucha incansable para que se haga justicia, único camino hacia la reparación y no repetición de semejantes atrocidades.
Infancia y juventud de Luz Leticia
Luz Leticia nació el 22 de noviembre de 1957 en el seno de una familia humilde. Era la mayor de seis hermanos y hermanas que, junto a su madre, Valentina Agustín, y su padre, Jorge Hernández, crecieron en una vivienda cercana a las vías del tren, entre las zonas 12 y 13 de Ciudad de Guatemala, en el barrio La Reformita.
Doña Valentina y don Jorge, ambos de origen campesino, trabajaron muy duro para poder sacar adelante a su familia. Él falleció en 2021 a los 88 años de edad. Desde niño trabajó como mozo colono en una finca de Colomba Costa Cuca. Según relatan sus hijas Marta y Mirtala, nunca olvidó sus orígenes y les inculcó valores basados en la humildad y el respeto mutuo. Además les transmitió una manera de ver el mundo en conexión con la naturaleza. Doña Valentina nació en Huehuetenango, en el seno de una familia Mam de fuertes convicciones católicas. Inculcó a sus hijas una firme creencia en la paz, el amor, la necesidad de compartir y de no hacer a los demás lo que no quieres para ti. Todo ello les marcó el camino a seguir.
A pesar de la extrema pobreza en que vivía la familia, las hermanas de Luz Leticia aseguran que, durante aquellos años, nunca fueron conscientes de ello, pues crecieron rodeadas de árboles frutales, hortalizas, flores y algunos animales domésticos que conformaban, junto al trabajo de radiotecnia de don Jorge, la base de subsistencia de la familia y una fuente de alegría para los y las más pequeñas. Además, destacan que el cariño y cuidado con que siempre les trataron sus padres, hizo que su infancia estuviese siempre llena de amor. En palabras de Mirtala, la menor de las hermanas, “materialmente no teníamos, pero el amor del hogar lo era todo”.
Luz Leticia, era la mayor y tuvo un rol importante en el cuidado de sus hermanas y hermanos. Mirtala la recuerda como una persona muy cariñosa y trabajadora, que siempre estuvo ahí para acompañarla y apoyarla. De igual manera, atesoraba profundos valores de justicia que la acompañaron siempre. Para Mirtala, Luz Leticia fue y es una fuente de inspiración, una heroína.
Luz Leticia comenzó sus estudios de secundaria en el Instituto Belén en 1971. Más tarde, en 1974, ingresó en la Escuela Nacional Central de Ciencias Comerciales, donde cursó estudios de Perito Contador. Cuando finalizó, en 1976, ingresó en la Facultad de Economía de la Universidad de San Carlos (USAC). Durante aquellos años, también trabajó en el Almacén “El Mar», ubicado en la sexta avenida de la zona 1, para poder costear sus estudios. Sus hermanas recuerdan, que Luz Leticia soñaba con ser economista para contribuir a la economía familiar y al progreso del pueblo guatemalteco.
Según recuerda Mirtala, su hermana Luz Leticia estaba llena de fuerza y ganas de vivir. Soñaba y creía en una Guatemala diferente, en democracia y libertad.
Luz Leticia se incorpora a “Nuestro Movimiento”
En 1980, Luz Leticia comunicó a su familia que iba a dejar su trabajo para montar un despacho contable con otras personas. Entre ellas, se encontraba su amiga Ileana del Rosario Solares Castillo, que en ocasiones visitaba la casa de la familia. Sin embargo, aquel nuevo proyecto en el que se embarcó Luz Leticia era en realidad “Nuestro Movimiento”, un grupo de la insurgencia urbana desprendido de la Organización del Pueblo en Armas (ORPA). Durante aquellos años, el movimiento estudiantil era fuerte y estaba organizado. Muchas y muchos jóvenes se unieron a él.
A partir de entonces, Luz Leticia se mantuvo más alejada de la vida familiar. Mirtala recuerda que su hermana sufrió un deterioro físico notable, estaba extremadamente delgada y parecía muy cansada. Aun así, continuó visitando a su familia de manera esporádica. Una de las últimas veces en las que Mirtala recuerda haber visto a su hermana, fue una ocasión en que la invitó a comer pastel en una panadería del centro. Mirtala tenía 16 años. Nunca más la volvieron a ver.
Detención y desaparición
El 25 de septiembre de 1982 actores estatales secuestraron a la militante Ileana del Rosario Solares Castillo. Según los documentos del Archivo Histórico de la Policía Nacional (AHPN), desde “Nuestro Movimiento”, se tomó la decisión de llevar a cabo el secuestro de Mario Ríos, para intercambiar su libertad por la de Ileana. Dicho secuestro tuvo lugar el 13 de octubre de 1982 y se prolongó hasta el 21 de noviembre del mismo año. La casa que se utilizó para esconderle se encontraba en la colonia Monterreal, en Ciudad de Guatemala, y Luz Leticia colaboró simulando vivir allá con su pareja. Entre los días 21 y 22 de noviembre, se llevó a cabo un operativo policial de rescate que culminó con el hallazgo del sobrino del dictador y la desaparición de Luz Leticia y su compañera Ana Maria López Rodríguez. En principio la operación se dirigió a la Colonia Melgar Díaz, donde detuvieron a 14 personas, 9 de ellas menores de edad. Posteriormente, los agentes bajo las órdenes de Cifuentes Cano, se dirigieron a la colonia Monterreal donde fueron detenidas Luz Leticia, Ana María, María Cruz López Rodríguez y Leandro Gabriel Calate Temu.
Al tratarse de un caso relacionado con la familia del Jefe de Estado, este se tornó público y bastante mediático. En diciembre del mismo año, María Cruz López Rodríguez y Leandro Gabriel Calate Temu fueron consignados a los Tribunales de Fuero Especial. Leandro fue asesinado durante un traslado y, aunque la autopsia mostró signos de tortura, la versión oficial mantuvo que murió de un disparo durante un intento de fuga. María Cruz fue condenada a 30 años de prisión. Mas tarde, durante el gobierno del también militar Oscar Humberto Mejía Víctores (1983-1986), fue amnistiada. Murió en el año 2002. Durante esos años escribió un manuscrito en el que reconoció que el día de su detención, además de Leandro, detuvieron a dos mujeres más, su propia hermana, Ana María, y Luz Leticia. Fueron incorporadas al sistema clandestino de detención, vulnerando de esta manera su derecho a un juicio justo, a un trato digno y a la vida, tal y como señalan la mamá y las hermanas de Luz Leticia. Existen numerosas pruebas testimoniales y documentales que apuntan a que fueron retenidas en los túneles que se encuentran bajo la antigua escuela politécnica. Nunca se volvió a saber nada sobre su paradero.
Durante aquellos días, la prensa del país reportó el hallazgo y rescate del sobrino de Río Montt, sin embargo, la familia Hernández Agustín no supo que este hecho les afectaba directamente sino hasta aproximadamente el 26 de noviembre de 1982. Ese día un hombre visitó a Don Jorge. Era un individuo alto, muy bien vestido y armado. Le comunicó que su hija había sido capturada e insistió en que deberían manifestarse frente a la casa presidencial para exigir su liberación. Esta terrible noticia marcó un antes y un después en la vida de la familia. Una semana más tarde Gustavo Morataya Hernández, pareja de Luz Leticia, les confirmó su detención y desaparición.
A partir de ese momento la familia Hernández Agustín comenzó una búsqueda que nunca ha cesado. Durante años interpusieron recursos de exhibición personal ante la Corte Suprema de Justicia (CSJ), visitaron prisiones y hospitales, exigieron ante diferentes instancias estatales competentes que se iniciasen investigaciones para esclarecer los hechos, e incluso, acudieron a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH). Esta, en 2001, concluyó que el Estado de Guatemala había violado el derecho a la vida, a un trato humano, a la libertad personal, a un juicio justo y a la protección judicial de Luz Leticia, Ana María e Ileana.
Doña Valentina participó en la formación del Grupo de Apoyo Mutuo (GAM), uniendo sus esfuerzos a los de otras familias en su misma situación. Fue en ese momento cuando los Hernández Agustín entraron en contacto con Brigadas Internacionales de Paz (PBI, por sus siglas en inglés), que en aquel momento acompañaba al GAM, y que, ya en los años 1984/85, acompañó a una de las hermanas Hernández Agustín que finalmente tuvo que exiliarse en Canadá. En la actualidad, PBI continúa acompañando a Valentina, Marta y Mirtala, mamá y hermanas de Luz Leticia.
Un paso más hacia la verdad
El 20 de enero del 2023, más de 40 años después de la desaparición de Luz Leticia, tuvo lugar la audiencia de primera declaración de Juan Francisco Cifuentes Cano en el Juzgado 5º de Primera Instancia Penal de la Ciudad de Guatemala. Doña Valentina estaba especialmente emocionada “por ver una luz en la búsqueda de justicia para su primera hija”.
Las dilaciones indebidas en el proceso se han sucedido a lo largo de los años, vulnerando los derechos de la familia. De hecho, la audiencia citada supra fue reprogramada hasta en ocho ocasiones por diversos motivos que según señala la familia parecen actuar como excusa y estrategia de desgaste. En la última audiencia de primera declaración, Cifuentes Cano fue ligado a proceso por los delitos de desaparición forzada de Ana María y Luz Leticia y por delitos de deberes contra la humanidad. La intervención de la representación legal, de la familia Hernández Agustín, dio al caso un enfoque especial de género resaltando el uso de la violencia de género y sexual como herramientas de tortura2.
El caso fue abierto gracias a los enormes esfuerzos de la familia por hallar justicia y sacar a la luz la verdad sobre lo sucedido. “La desaparición de nuestra hermana hirió profundamente a la familia y para poder sanar necesitamos recuperar los restos de Luz Leticia y que sus asesinos enfrenten la justicia de una vez por todas”, señala Marta.
En 2006 el Estado de Guatemala les ofreció un acuerdo de solución amistosa que rechazaron porque tal y como expresan “hacemos todo esto por sacar a la luz la verdad que vivió nuestra hermana. Pero no solo por eso, para nosotras constituye un acto de justicia que debe inundar de esperanza los corazones de las familias, que como nosotras, han perdido seres queridos de manera injusta, dentro y fuera de Guatemala. Porque el silencio es uno de los mayores cómplices de los asesinos. Porque la verdad debe salir a la luz para que la historia no se repita. Por ellas y ellos, aquí y allá. Por la justicia”.
1Toda la información que contiene el presente artículo y que no tiene otra fuente, fue extraída de una entrevista realizada por PBI a las hermanas (Marta y Mirtala) y la mamá (Valentina) de Luz Leticia.
2En su informe Guatemala, Memoria del Silencio, la Comisión para el Esclarecimiento Histórico (CEH) señala que “la violación sexual de las mujeres, durante su tortura o antes de ser asesinadas, fue una práctica común dirigida a destruir la dignidad de la persona en uno de sus aspectos más íntimos y vulnerables”.