Durante el último trimestre del 2022, en el marco de la campaña Sin Agua No Hay Vida, el colectivo RedSUR realizó varias actividades dirigidas a sensibilizar a la población en torno a la problemática del agua en Guatemala. En una de estas actividades conocimos a Sara Ortiz, ingeniera e investigadora del Instituto de investigación de ciencias naturales y tecnología (Iarna) de la Universidad Rafael Landivar. Conversamos con ella sobre tres cuestiones clave relacionadas con esta temática.

Este año ha llovido mucho en Guatemala, pero aun así sigue habiendo muchas regiones que sufren escasez de agua de forma permanente. ¿Cómo valora la disponibilidad y el acceso al agua de la población en Guatemala?

En la temporada de lluvia1 es cuando la población tiene mayor acceso al agua, aunque con variaciones según los diferentes territorios. Sin embargo, durante la época seca se dan problemas, tanto en la capital, como en el Corredor Seco (en el Oriente y en el área de Quiché), pues ambas regiones son propensas a sufrir sequías. Esta situación se ve agravada por el cambio climático, que ya se está produciendo. No es algo que va a pasar en 20 años, sino que ya está ocurriendo. Precisamente es esto lo que está haciendo que los periodos de sequía sean más prolongados, que haya menor cantidad de lluvia en algunos lugares y, por el contrario, que aumenten eventos climáticos extremos como ya estamos viendo: inundaciones, deslaves etc. Esto no solo afecta el acceso de las personas al agua, sino también la capacidad de mantener sus medios de vida, pues gran parte de la población depende de la agricultura y tanto las sequías como las inundaciones hacen que se den pérdidas de cosechas, lo que afecta a la seguridad alimentaria y a la generación de ingresos.

Hay regiones que sufren escasez todo el año por la distribución geográfica del agua, mientras que en otras zonas hay una alta disponibilidad. Esto está relacionado con el crecimiento demográfico y el aumento del uso que se está haciendo del agua para proyectos de diversa índole como los agroindustriales y otros, lo cual incide en la cantidad de agua disponible para la población. En definitiva, aunque la cantidad de agua disponible debido a las lluvias es mayor a la que se está utilizando, el problema es que no está disponible en el espacio geográfico de manera uniforme y que esta distribución también se ve afectada dependiendo de la temporada climática (lluvia/seca).

Según su criterio, ¿cuáles son las causas de la escasez de agua: crecimiento de la población, de las infraestructuras, …?

No es el crecimiento de la población necesariamente lo que causa la escasez, más bien tiene que ver con el aumento de la urbanización y la impermeabilización del suelo que provoca. Materiales como el concreto o el asfalto afectan en este sentido. Obviamente el suelo en este caso ya no tiene la capacidad de filtrar el agua. En el área de la capital esto se ha ido incrementando muchísimo en los últimos 35 años, se ha triplicado. En 1975 había 555 km cuadrados de superficie urbanizada en la capital y en 2014 esto ha subido a 1.600 km cuadrados, lo que obviamente está afectando fuertemente la capacidad de filtración del suelo.

Lo que también afecta el ciclo hidrológico, es el cambio de uso y la pérdida de cobertura forestal, ya que eliminando el bosque, se afecta la capacidad que este tiene para reducir el flujo, permitir la infiltración y regular, por ejemplo, las crecidas e inundaciones. El bosque todavía logra absorber buena cantidad de agua cuando llueve mucho o demasiado en un periodo corto de tiempo; si no hay bosque el agua pasa de corrido y llega con mayor fuerza a las poblaciones provocando desastres como las inundaciones.

Otro aspecto que hay que destacar es la calidad del agua, y esto tiene que ver, por ejemplo, con las aguas residuales que no reciben tratamiento. Se calcula que aproximadamente el 95% del agua que se utiliza en la industria, concretamente en la agroindustria, así como en las casas particulares, llega a los cuerpos de agua sin ningún tipo de tratamiento. Eso implica que aunque haya una gran cantidad de agua, no la podemos usar, porque antes tendría que recibir algún tipo de desinfección o, dependiendo para que se vaya a utilizar, algún tipo de tratamiento.

En el año 2010, ya se mencionaba que 18 de los 34 ríos principales del país estaban contaminados, o sea que este problema viene de lejos. Los lagos también están altamente contaminados; los cuatro más grandes – Amatitlán, Atitlán, Petén Itzá e Izabal – ya presentaban ciertos niveles de eutrofización2. El agua que regresa a los lagos está contaminada por el uso de fertilizantes en la agricultura y por la erosión. Esto permite el crecimiento de las cianobacterias3, algas nocivas y otras reacciones que afectan, no solo visualmente (a veces se miran pedazos de “natilla” verde encima de los lagos que no permiten pasar el sol), sino que también afectan a la biodiversidad, porque las diferentes especies ya no pueden recibir la misma cantidad de oxígeno y pueden morir. Depende qué tipo de bacteria o alga se esté reproduciendo, también puede producir toxinas que ocasionen daños en la salud de las personas y de los animales que beban, o que simplemente entren en contacto con dichas aguas.

A esto hay que sumar los desechos sólidos, que hacen más visual el problema. No se está tratando la basura y eso lo vemos en todas las fuentes de agua: lagos, ríos y playas. Este es un problema que también afecta la calidad del agua.

¿Qué aspectos específicos debería regular una ley de agua para que haya mayor control sobre su uso en Guatemala?

Son varios aspectos. Entre ellos, se tiene que regular el agua transfronteriza, pues toda el agua que sale de Guatemala beneficia también a los países vecinos. Una parte del Sur de México, El Salvador y algunas partes de Honduras utilizan el agua que nace aquí. Esto no se está regulando. Una solución serían los pagos ambientales, es decir, estos países que se están beneficiando deberían aportar cierta cantidad de dinero para que se aseguré aquí el mantenimiento de las cuencas, la cobertura forestal, el tratamiento del agua, etc. Esto les beneficiaría también a ellos, pues les aseguraría el agua necesaria en cantidad y calidad.

Otro aspecto a tener en cuenta es la gestión de cuencas. En Guatemala solo se han hecho algunos intentos insuficientes, pero es esencial prestar atención a cómo se comporta la naturaleza, los límites de esta. Por ejemplo, el movimiento de los ríos y el agua en general no responde a la división político-administrativa del país, por tanto no puedo hablar solo de mi departamento y que solo el agua que está aquí me importe, porque esto está conectado a todo lo demás. Una forma más eficiente de hacer una gestión adecuada del recurso sería trabajar a nivel de cuencas, porque así abarcaríamos todo el movimiento del agua, desde que precipita en forma de lluvia para que escurra en los diferentes ríos o lagos.

También sería fundamental tener un inventario de fuentes de agua y sus usuarios, porque ahí ya sabríamos donde está, quién la está extrayendo y utilizando y en qué cantidades. Así podría regularse su uso, cosa que ahora no se puede hacer porque no sabemos quién está sacando, cuánto está sacando, para qué la están usando, ni si la están tratando.

Un tema un poco controvertido, que habría que ver cómo manejar, es el de darle valor al agua como tal. Actualmente solo se está cobrando en las facturas de agua la distribución, pero no el recurso en sí, y esto da vía libre a que cualquiera pueda utilizarla sin límites. En el caso de las industrias y agroindustrias, significa que extraen grandes cantidades de agua para sus procesos de producción y, como no tienen que pagar por ella, pueden seguir sacando de forma ilimitada.

De la misma manera sería importante hablar de las prioridades del uso. Al ser la industria y la agroindustria los mayores usuarios, están quitándole el recurso a las comunidades, a la población, a los hogares. Habría que regular quiénes pueden usarla, en qué cantidades y decidir qué es más importante, si la calidad de vida de las personas en general o aumentar el uso en la industria.

También hace falta sensibilización social. Todas las personas tendríamos que estar conscientes de hacer un uso adecuado, ahorrar en la medida de lo posible y no contaminar. Por ejemplo, a veces por falta de conocimiento se tiran baterías en el agua, eso contamina exageradamente, los cigarros también. Son un montón de cosas..., el manejo de los desechos sólidos, por ejemplo. Podríamos estar incentivando a que la misma población sea la que colabore y que trate de evitar en la medida de lo posible la contaminación.

Y para terminar, no hay que olvidar el tratamiento de aguas residuales. Es fundamental purificar el agua para potabilizarla, porque a día de hoy en ningún lugar del país se puede tomar agua del chorro, del río o de cualquier otra fuente de agua sin poner en riesgo la salud.

Creo que estas serían algunas de las cuestiones que debería incluir la ley de aguas.

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1El clima en Guatemala no se caracteriza por tener 4 estaciones, como ocurre en otros países del mundo, si no que se divide en dos: la temporada de lluvia (de mayo a octubre) y la temporada seca (de noviembre a abril).

2Según el diccionario de la RAE: “Incremento de sustancias nutritivas en aguas dulces de lagos y embalses, que provoca un exceso de fitoplancton”.

3Según el diccionario de la RAE: “Microorganismo procarionte, provisto de clorofila y otros pigmentos que le proporcionan un color verde azulado, capaz de realizar la fotosíntesis”.