De unos años a esta parte, al caminar por las calles del centro histórico de la Ciudad de Guatemala, nos sorprenden cientos de fotografías que empapelan algunas de sus paredes. Son personas desaparecidas durante el Conflicto Armado Interno (CAI) que sufrió Guatemala por más de 3 décadas, el cual llegó a su fin con la firma de los Acuerdos de Paz en diciembre de 1996. Últimamente, también encontramos la imagen de jóvenes cargando fotografías de cuando eran niñas, niños o bebés y que buscan a sus familias.
El 25 de febrero, en la marcha por el Día Nacional de la Dignificación de las Víctimas del CAI, nos encontramos con Ignacio, Juana-Iris y Marjorie, integrantes del colectivo Estamos Aquí – Nous sommes ici, fundado por personas nacidas en Guatemala y adoptadas en Québec (Canadá). Una semana después les entrevistamos y nos contaron parte de sus historias.
¿Cómo inició este colectivo del que ustedes son parte?
Ignacio: Hace 3 años una amiga me mandó un artículo sobre el tráfico de niños y niñas. Lo leí y me impactó mucho, fue un “shock” para mi. Al año siguiente, decidí volver a Guatemala para empezar el proceso de búsqueda de mi familia con acciones como ir a la Fundación de Antropología Forense de Guatemala (FAFG) y dar mi ADN. Cuando llegué a Guatemala hace 2 años no tenía contactos; no había vivido acá en la capital, en otra parte sí, pero no en la capital. No sabía qué hacer, a dónde ir. Empecé a caminar por las calles de la Sexta avenida y ahí fui consciente de la amplitud del conflicto armado por las fotos que empapelaban las paredes. Así conocí a H.I.J.O.S1 Guatemala. Cuando vi esas fotos me di cuenta que el conflicto fue muy duro y que las familias buscaban a sus desaparecidos; fue un momento muy fuerte para mi, porque mi historia es al revés: yo soy “el desaparecido que busca a su familia” y no “la familia que busca a sus desaparecidos”. A la semana siguiente conocí a la “mara” (gente) de H.I.J.O.S Guatemala y les compartí mi idea. Ellos dijeron que me iban a apoyar y así fue, me ayudaron mucho. Hicimos fotos para empapelar las calles y una conferencia de prensa muy mediática. A partir de entonces empecé a recibir correos de gente que también había sido adoptada y tenían dudas. Así fue como empezó.
Luego en Canadá, durante la pandemia, me di cuenta lo difícil que es iniciar ese proceso de búsqueda con pocas herramientas, sin contactos en Guatemala, sin contexto político, sin hablar el idioma… no sabes cómo empezar. Es algo que nadie te enseña. La sociedad cree que si quieres empezar el proceso, eso cae bajo tu responsabilidad, pues da por hecho que tuviste suerte de ser adoptado. Entonces, cuando empecé a recibir correos, fue creciendo la idea de formar un colectivo u organización para apoyar a gente afectada por adopciones ilegales y tráfico de menores. Así fue como conocí a Juana. Pero en general nadie habla de ello, es algo muy desconocido todavía.
En abril de 2021 formamos el colectivo. Nuestro objetivo es crear una red de solidaridad entre Guatemala y Canadá para que la gente no se sienta sola, porque esa historia es la historia de un pueblo, no solo la historia de los niños y las niñas que fueron adoptadas, sino también de las familias guatemaltecas que los perdieron. Queremos formar una red de solidaridad y empezar esa lucha entre todos y todas. En Canadá somos unas 15-20 personas que nos juntamos para conocernos y compartir nuestras historias y nuestras experiencias, que son muy similares, incluso sobre racismo.
P: Y ustedes ¿cómo se involucraron en la asociación en Canadá?
Juana: Hablando con una amiga que también es adoptada de Guatemala y está buscando a su familia, salió el tema y ella me presentó a Ignacio. En diciembre de 2020 platiqué con él y me habló sobre su idea de crear un colectivo, porque consideraba importante ayudarme y ayudar a otras personas que llevamos mucho tiempo buscando a nuestras familias, para que conozcamos nuestras historias y descubrir si nuestros papeles dicen la verdad. En Canadá yo escribí a la organización involucrada en mi adopción y me dijeron que no trabajan con Guatemala. Pero en mis papeles está el nombre de este hogar y el nombre de la persona. Escribí varias veces a esta persona y al consulado, pero no hubo respuesta.
Ante esa falta de respuesta, hablamos con un periodista en Canadá que estaba haciendo un documental sobre adopciones ilegales hacía dicho país. Me invitó a participar y a contar mi historia. Ha habido mucha niñez adoptada hacía Canadá. Es muy difícil vivir con esto, no hay información, ni en Guatemala ni en Canadá.
Marjorie: Encontré a Ignacio la primera vez que vine a Guatemala en el año 2020. Este viaje cambió mi vida porque no esperaba sentirme como en casa. Después de este viaje decidí empezar un proceso de búsqueda para encontrar a mi mamá. Escribí a la Secretaría de Adopción en Quebec. La lista de espera era muy larga y me dijeron que sería un proceso lento. Mis papeles de adopción contienen también la información de mi abogada de Guatemala. La busqué en Facebook y la escribí, me respondió que era un placer y que iba a ayudarme, pero poco a poco se alejó del caso y ya no me respondió.
Me puse en contacto con la “Asociación de Guatemaltecos en Quebec” para preguntar si ayudaban a encontrar familiares en Guatemala. Me respondieron que no. Pero alguien de su asociación me informó de la pagina Facebook del colectivo. Escribí a Ignacio y después hablamos por teléfono y me dijo que el colectivo me podía ayudar, que no estaba sola en este camino; y así, poco a poco fui consciente de todo lo que pasa aquí en Guatemala.
Después de eso me di cuenta de que no quería buscar solo a mi mamá, también quiero saber la verdad. Es importante para mí, por eso me impliqué en el colectivo. Tengo 29 años y nunca antes había conocido esta historia y pienso que no es justo. Pienso que no solo yo, también otras personas adoptadas y los padres y madres que perdieron a sus hijos e hijas, necesitan saber la verdad.
Y para mí es difícil entender cómo el gobierno de Canadá nunca se alarmó o se cuestionó sobre por qué había tantas adopciones de niños y niñas de Guatemala, cerraron los ojos ante la situación. No puedo entenderlo, y es importante para mí conocer la verdad.
Los papeles de adopción son la primera pista en la búsqueda, ¿las personas adoptadas tienen acceso a estos papeles?
Juana: Depende de cada caso. Yo tengo muchos papeles en francés, inglés y español. En los que están en español hay algunas cosas que son distintas a los papeles en francés y lo mismo sucede con los papeles en inglés. En el caso de otra persona que conozco solo hay un papel de adopción y no sabe si contiene los nombres reales de sus padres, ni la fecha correcta. No sabe si dice la verdad sobre la ciudad donde supuestamente nació, al igual que la información sobre la casa de adopción.
Marjorie: En los 80´s era más fácil dar en adopción sin necesidad de papeles. Pero por ejemplo, en mi caso, tengo muchos documentos oficiales, pero no es porque haya más verdad en ellos, sino que el procedimiento para adoptar fue más “ordenado”.
Ignacio: Es difícil saberlo porque no tenemos muchos datos. Me han contado que empezaron con la masacre en el 78, que se llevaron niños, y que continuó con las masacres que se dieron después en Petén, Quiché, Chimaltenango, Quetzaltenango, las Verapaces y demás. También robaban a los bebes de las mujeres embarazadas que secuestraban y encarcelaban por su militancia. Esperaban que dieran a luz, les quitaban el bebé y después las asesinaban. Hay muchas niñas y niños de la Costa y de la Capital. Yo creo que en algunos años vamos a saber más. Conocemos algunos casos en los que ya encontraron a los familiares y estos contaron lo que pasó. Los jóvenes que fueron adoptados hace 30 años ahora empiezan a organizarse. No tenemos muchos datos, no sabemos qué pasó, pero creo que en unos años habrá más información.
Marjorie: En mis documentos hay una página que explica por qué, supuestamente, mi mamá me dio en adopción. Los papeles simulan que es ella quien explica que me dio en adopción por no tener los recursos necesarios para cuidarme. También se señala que tengo otros hermanos. No sé si es la verdad, pero tras hablar con otras personas veo que tenemos una historia similar en la que la mamá no tiene recursos, varía la región del país, pero las historias son similares.
Juana: Yo puedo decir que, dependiendo de los años, las historias de los hijos pueden variar, como las de la Capital. Hay incluso papeles que dicen que hubo violencia por parte de los padres.
¿Tienen datos sobre la cantidad de niñas y niños afectados y sus edades?
Ignacio: Creo que nunca vamos a saber la cantidad de personas afectadas, pero sabemos que faltan aproximadamente 5 mil niños y niñas desaparecidas y a la vez hay más de 35 mil que fueron dados ilegalmente en adopción. Miles y miles de niños y niñas que fueron vendidas, y todo esto empezó durante el CAI. Al principio era para acabar con los campesinos, los niños de los campesinos, querían impedir la formación de futuros guerrilleros y también erradicar la cultura maya. Entonces empezaron a robar esos niños y niñas. Luego lo fueron ampliando a todos lados, pero también hubo familias que “los dieron” a hospitales.
Cuando fueron arrebatados de sus familias y hogares, la mayoría de las niñas y los niños tenían entre unos días y 4 años. También conocemos casos de niños que tenían 8 y 10 años.
¿Cual es su deseo con respecto a la búsqueda de justicia?
Marjorie: Para mi es importante. Por un lado es un tema personal, de cada persona afectada. Cada niño o niña que fue adoptada vivió la situación de diferente manera, entonces cada quien decide como enfrenta la situación. Pero también es un tema colectivo.
Juana: Creo que es algo personal, pero para mí es muy importante involucrarme y ayudar a otras personas. Ese es mi primer objetivo, ayudar, ya que sé lo que es vivir con esto quiero ayudar a otras personas que buscan respuestas.
Ignacio: Pues yo creo que esta lucha es colectiva, autónoma, política y personal. Que cada persona hace lo que quiere. Para mí lo más importante es saber qué pasó, qué pasó con nuestras familias, dónde están los archivos. Durante esa época clasificaron muchos archivos, en el Registro de Personas clasificaban nuestros apellidos, fechas de nacimiento, los pueblos en los que nacimos. Para mi es importante saber la verdad y encontrar la justicia en ambos países. Aquí veo difícil obtenerla, es mejor allá. Pero sí, es la lucha de gente como nosotros; también hay gente que no busca y no quiere saber nada, y eso tenemos que respetarlo. Cada persona tiene su historia, y si alguien quiere empezar el proceso de búsqueda, aquí estoy. También si quieres conocer a la gente o saber las historias, te pondremos en contacto. Cada quien tiene su derecho y decide su forma de lucha.
¿Que han logrado como colectivo en su primer año de existencia?
Ignacio: Tenemos menos de un año, pero hemos podido localizar familias, hemos hecho un reportaje con la televisión canadiense y conocimos a otras 15 o 20 personas adoptadas. Creo que vamos bastante bien pero hay que darle tiempo y tener en cuenta que esto puede afectar mucho emocionalmente. Ahora estamos creando una guía para todas las personas adoptadas del mundo, la publicaremos pronto. Estamos juntando todos los datos para aquellas personas que quieran venir a Guatemala, para que tengan esa guía como referencia: a dónde ir, dónde pedir sus papeles, cómo y dónde dar su ADN, etc.
Estamos en contacto con compañeros y compañeras en Montreal, Francia, Bélgica, Estados Unidos…, vemos que la gente se está organizando y que pronto va a llegar más gente a Guatemala, como en el caso de Marjorie, a quien yo acompañé. Para mi es un proceso interesante, porque acompañarles me hace recordar mi primera vez, cuando H.I.J.O.S me acompañó a mi. Ahora fui yo quien le acompañé a ella. El colectivo es un espacio para que la gente pueda venir y no se sienta sola, porque aquí estamos.
1Hijos e Hijas por la Identidad y la Justicia contra el Olvido y el Silencio.
“Lo bonito de todo esto es que estamos de vuelta”, les decía. Lo más bonito es que el Estado guatemalteco nunca pensó que los niños que fueron traficados volverían, y esto para mi es una “pequeña” gran victoria.
Ignacio